Tercer domingo después de Epifanía, Año B
21 de enero de 2024
Jonás 3:1-5, 10, Salmo 62:6-14, 1 Corintios 7, 29-31, Marcos 1:14-20
“Profecías hebreas realizadas: Cree en la Buena Nueva”
Rvda. Kathleen Murray, Rectora
Parroquia histórica de Beckford, Mt. Jackson & Woodstock
Tercer domingo después de Epifanía, Año B
21 de enero de 2024
El pasaje del Evangelio de esta semana representa el comienzo del ministerio público de Jesús. Y sólo es el capítulo 1. Marcos comienza sucintamente con el “principio de la buena nueva de Jesucristo”.[1] En doce versículos pasamos de ese anuncio a la predicación de Juan el Bautista en el desierto, a la detención de Juan y al ministerio público de Jesús.
¿Nos sorprende que John fuera arrestado? Probablemente no. Juan no estaba precisamente predicando un mensaje acogedor. Estaba en el desierto proclamando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Pero esa no fue la génesis del arresto de Marcos. Más adelante en el Evangelio de Marcos, nos enteramos de que el encarcelamiento de Juan y su posterior ejecución estuvieron directamente relacionados con su crítica abierta al matrimonio de Herodes Antipas con Herodías, la antigua esposa de su hermano, que Juan condenó como ilegal.[2]
Así que, ahora tenemos a Jesús, viniendo después de Juan, diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en la buena nueva.”[3] También va a hacer que maten a Jesús.
Este anuncio es la piedra angular del ministerio de Jesús en el Evangelio de Marcos. La frase “el tiempo se ha cumplido” señala la inauguración de una nueva era en la historia de la salvación. Implica que el momento largamente esperado, profetizado en las Escrituras hebreas, se realiza ahora en Jesús. El Reino de Dios, tema central de la enseñanza de Jesús, no es una realidad lejana, sino una verdad inminente y presente que exige una respuesta inmediata. El Reino de Dios estaba cerca, por lo que la gente tenía que prepararse para él arrepintiéndose y creyendo en la buena nueva.
La llamada a “arrepentirse y creer en la buena nueva [el Evangelio] es fundamental”. En Marcos, el arrepentimiento no es una mera reforma moral; es una reorientación radical de la propia vida y de las prioridades a la luz de la llegada del Reino. Creer en el Evangelio, o la “buena nueva”, es una invitación a abrazar esta nueva realidad. También es una llamada a comprender la dinámica de poder subyacente en el mundo que les rodea.
De hecho, en el pasaje de Marcos, un cambio notable en la dinámica del poder es crucial para comprender el contexto del ministerio de Jesús. Vemos a Juan el Bautista, una figura influyente pero poco convencional, que choca con el poder político establecido, lo que conduce a su arresto. Esta tensión entre la verdad profética y la autoridad política prepara el terreno para la aparición de Jesús. El ministerio de Jesús comienza, como hemos oído, tras la detención de Juan el Bautista, consecuencia directa del desafío de Juan a la autoridad herodiana. El contraste entre el poder mundano, representado por Herodes, y el poder espiritual, encarnado por Jesús y Juan, es especialmente llamativo. En Jesús, vemos que el poder no tiene que ver con la dominación o el control, sino con el servicio, el sacrificio y la transformación.
Quizá algunos de ustedes vean “The Gilded Age”, la serie de televisión creada y escrita por Julian Fellowes, conocido también por su trabajo en “Downton Abbey”. La serie está ambientada en la época dorada de la historia estadounidense[4] , una época que abarca aproximadamente desde 1870 hasta 1900. Parece proporcionar un contexto adecuado para los temas del Evangelio de Marcos, en particular la dinámica del poder, la transformación de la sociedad y el desafío de las nuevas ideas frente a las normas establecidas.
La época conoció un rápido crecimiento económico, una inmensa riqueza y fuertes contrastes sociales. El espectáculo retrata las vidas de la antigua aristocracia y de los nuevos ricos, poniendo de relieve la tensión entre los valores tradicionales y el emergente mundo moderno. Esta época, marcada por la opulencia y la grandeza, también se enfrentó a la desigualdad social, la corrupción y las implicaciones éticas de la riqueza y el poder. Parece que podríamos estar hablando de 2024.
Al relacionarlo con el Evangelio de Marcos, vemos paralelismos en la forma en que se desafían las estructuras sociales. Del mismo modo que la llegada de Jesús marcó una nueva era en la comprensión espiritual, desafiando el orden religioso y social establecido en su época, “La edad dorada” muestra a personajes que se enfrentan y, en ocasiones, ponen patas arriba las rígidas estructuras sociales de su tiempo.
Por ejemplo, el personaje de Bertha Russell, una recién llegada al círculo de la élite, desafía las normas de la alta sociedad neoyorquina con su nuevo dinero y sus diferentes puntos de vista, de forma muy parecida a Jesús, que aportó una perspectiva fresca que resultó inquietante para las autoridades religiosas de su época. La lucha de Bertha por ser aceptada por la vieja aristocracia refleja las dificultades de Jesús para ser aceptado por las élites religiosas.
No estoy equiparando al personaje de Bertha Russell con Jesús en cuanto a su carácter o misión, pero Bertha ilustra el tema más amplio del desafío a las normas establecidas. Bertha, como extraña a la élite establecida, altera el statu quo con sus nuevas perspectivas y acciones. Jesús, en su época, trajo un mensaje radicalmente nuevo y transformador que trastornó las estructuras religiosas y políticas establecidas. Ambas figuras, en sus respectivos relatos, representan agentes de cambio que desafían a sus contemporáneos a replantearse sus valores y creencias.
Además, el énfasis que pone el Evangelio en el poder espiritual por encima de la autoridad mundana puede compararse con la descripción que hace la serie de personajes como Marian, una joven inocente de la Pensilvania rural que, tras la muerte de su padre, se traslada a Nueva York para vivir con sus ricas tías. Ella y una de sus tías, la tía Ada, buscan una vida con sentido más allá de la riqueza material y el estatus social que definen la edad dorada. Su búsqueda de valores más profundos en medio de una sociedad obsesionada con las apariencias superficiales y la riqueza se hace eco de las enseñanzas de Jesús acerca de que el Reino de Dios es un reino de verdad y transformación espirituales más que de poder y prestigio terrenales.
En ambos relatos se hace un llamamiento a la reorientación de valores y prioridades. “La edad dorada” dramatiza la tensión entre lo viejo y lo nuevo, los dilemas éticos de la riqueza y el progreso, mientras que el Evangelio de Marcos presenta la tensión entre el orden religioso establecido y la nueva era inaugurada por el ministerio de Jesús.
En el evangelio de Marcos, asistimos al comienzo del ministerio de Jesús, un ministerio que no consiste en acumular riquezas o buscar el poder terrenal, sino en instaurar un reino caracterizado por el amor, la justicia y la misericordia. Al igual que Jesús llamó a los pescadores Simón y Andrés, diciéndoles: “Seguidme y os convertiré en peces para la gente”,[5] Jesús nos llama a una vida de servicio y propósito, trascendiendo las búsquedas mundanas que tan a menudo nos enredan.
En este pasaje, Jesús no sólo llama a los pescadores a un nuevo trabajo, sino que les invita a una nueva forma de vida. Se trata de un profundo cambio en la dinámica del poder: llamar a pescadores ordinarios como discípulos en el reino de Dios.
Esta invitación de Jesús es una llamada a la transformación, a dejar atrás las viejas formas de vida por algo mucho más significativo. La respuesta inmediata de los pescadores, que dejan las redes y siguen a Jesús, ejemplifica la acción decisiva que exige la fe en Cristo. Contrasta fuertemente con la época de la Edad Dorada, en la que la búsqueda material a menudo eclipsaba el despertar espiritual.
Al considerar nuestra respuesta a la llamada de Jesús, seamos conscientes de las distracciones y tentaciones de nuestro tiempo.
El discipulado tiene un coste. Significa que quizá tengamos que renunciar a una vida cómoda y segura. Significa que quizá tengamos que apartarnos del atractivo del éxito y hacer una llamada más profunda al discipulado. Independientemente de nuestra edad, educación, situación económica o inseguridades, Jesús nos pide que seamos “pescadores de hombres” y pongamos al servicio de Dios los dones y capacidades que Dios nos ha dado.
Que, como Simón y Andrés, Santiago y Juan, tengamos el valor de dejar atrás nuestras redes.
Invito a cada uno de ustedes a reflexionar: ¿Cómo desafía el mensaje de Jesús tus propias “normas establecidas”? ¿De qué manera te está llamando Dios a ser un “pescador de personas” en tu propio contexto? ¿Cómo puedes, como los discípulos, dejar atrás tus redes -las comodidades, los hábitos y los patrones familiares- para abrazar una vida de significado y servicio más profundos?
Esta semana, te animo a que dediques un momento cada día a reflexionar sobre estas preguntas. Busca maneras, por pequeñas que sean, de vivir los valores del Reino de Dios en tus interacciones diarias: valores de amor, justicia y misericordia.
La llamada a seguir a Cristo es una llamada a una vida de propósito y servicio, trascendiendo las búsquedas mundanas que tan a menudo nos enredan. Al entrar en esta nueva semana, abre tu corazón a las posibilidades que Dios tiene reservadas para ti. Aprovecha la oportunidad de ser un faro del amor de Dios en un mundo necesitado. Recuerda que la buena noticia comienza con Jesús y con sus discípulos, los que llevan la palabra.
La puerta está abierta y la mano de Dios extendida. ¿La seguirás?
Amén.
[1] Marcos 1:1, Nueva Versión Estándar Revisada (“NRSV”)
[2] Marcos 6: 17-18
[3] Marcos 1:14, NRSV
[4] “La Edad Dorada”, como término histórico, fue acuñado por Mark Twain en su novela de 1873 “The Gilded Age: A Tale of Today”, que satirizaba una época de graves problemas sociales enmascarados por un fino dorado.
[5] Marcos 1:17, NRSV