“La Palabra hecha carne: Abrazar la Encarnación”- Navidad III, Año B                  

“La Palabra hecha carne: Abrazar la Encarnación”- Navidad III, Año B                  

Navidad III, Año B         
25 de diciembre de 2023   

Isaías 52:7-10, Salmo 98, Hebreos 1:1-12, Juan 1:1-14

 

 

“La Palabra hecha carne: Abrazar la Encarnación”

Rvda. Kathleen Murray, Rectora                                                                    

Parroquia histórica de Beckford, Mount Jackson y Woodstock                

Navidad III, Año B                                                                                         

25 de diciembre de 2023                                                                                 

Al reunirnos en este bendito día de Navidad, nuestros corazones y nuestras mentes se sienten atraídos por los primeros versículos del Evangelio de Juan. Aquí, en estas profundas palabras “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”[1] , encontramos una descripción de la encarnación de Cristo que es profundamente teológica y eternamente significativa. Juan no comienza con una escena de un pesebre o una estrella, sino con la declaración intemporal: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”.

Esta apertura nos transporta más allá de los confines del tiempo y el espacio y nos invita a contemplar la preexistencia de Cristo, el Verbo, que estaba con Dios y era Dios desde el principio. A diferencia de las narraciones de Mateo y Lucas, que sitúan el nacimiento de Jesús en contextos históricos y culturales, Juan eleva nuestra mirada al ámbito divino y cósmico.

El uso que hace Juan del término “Palabra” (Logos en griego) es rico en significado. Habla de Jesús como la máxima revelación y expresión de Dios. Cuando Juan afirma: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, encierra el profundo misterio de la encarnación: Dios, en la persona de Jesús, entrando en el tejido mismo de la existencia humana, haciéndose tangible y accesible.

Esta encarnación, tal como la describe Juan, es un momento crucial en el que el cielo se cruza con la tierra. El Verbo eterno, a través del cual todo se hizo realidad, habita ahora en medio de la humanidad, lleno de gracia y verdad. No se trata sólo del nacimiento de un niño, sino de la irrupción de la presencia misma de Dios en el mundo.

Las imágenes de luz y vida que emplea Juan sirven como símbolos sagrados de lo divino. Jesús es descrito como la luz verdadera, que ilumina a todos y brilla en las tinieblas. Esta luz es más que una estrella guía; es la iluminación de la verdad divina, la revelación del amor de Dios y la esperanza para un mundo atrapado en la oscuridad.

Al celebrar la Navidad, el Evangelio de Juan nos invita a abrazar una comprensión más amplia y profunda de este santo acontecimiento. Nos llama a adorar a un niño nacido en Belén, pero también al Verbo eterno, a través del cual se creó el universo, hecho ahora carne para revelarnos el amor y la gracia de Dios.

En el contexto de nuestros tiempos actuales, en particular la pandemia mundial, este mensaje de la Palabra hecha carne resuena con un significado aún mayor. La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad común, nuestro aislamiento y la necesidad de esperanza y curación. He visto no menos de media docena de mis amigos que han tenido que cancelar los servicios de Navidad este año porque son pastores en solitario y tienen COVID. ¿No dejamos eso atrás en 2020. Por desgracia, todavía está con nosotros.

Pero, en estos tiempos difíciles, la encarnación nos recuerda la solidaridad de Dios con el mundo. Al igual que Cristo entró en un mundo lleno de sufrimiento e incertidumbre, se nos recuerda que Dios está presente con nosotros en nuestras propias luchas y temores. La Palabra hecha carne es un testimonio del compromiso inquebrantable de Dios de estar con nosotros, de compartir nuestra experiencia humana y de traer luz a nuestros tiempos de oscuridad.

Esta Navidad, llenémonos del asombro y la maravilla de esta increíble verdad. Que la luz de Cristo brille en nuestros corazones, guiándonos por el camino de la verdad y el amor. Que valoremos no sólo la narración histórica del nacimiento de Jesús, sino también el significado eterno de que Dios se haya hecho humano para habitar entre nosotros.

Que en esta celebración de la encarnación de Dios encontremos verdadera alegría, paz y esperanza. Reunámonos en adoración y alabanza, honrando a Jesucristo, el Verbo hecho carne, que ha venido a traer luz y vida a todos.

Amén.

[1] Juan 1:1, Nueva Versión Estándar Revisada