2 de Marzo de 2022
Año C, Miércoles de Ceniza
Año C: Isaías 58:1-12; Salmo 103; 2 Corintios 5:20b-6:10; Mateo 6:1-6, 16-21
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Imagínate. Hoy es la primera vez desde 2020 que nos reunimos para el Miércoles de Ceniza. Estaba tratando de asimilar esto y todos los sentimientos que evoca.
Espero que todos ustedes crean que la liturgia del Miércoles de Ceniza es poderosa y puede ser bastante conmovedora en circunstancias normales. Pero los dos últimos años han sido todo menos típicos u ordinarios.
Escuchamos las palabras “eres polvo y al polvo volverás”.
Tal vez esas palabras tengan un significado muy diferente hoy en día que la última vez que tuvimos un servicio de Miércoles de Ceniza en persona. Entonces, mi sermón de 2020 hablaba de experiencias que cambian la vida. Les aseguro que no pensé que una pandemia fuera a trastornar nuestro mundo y nuestras vidas durante los próximos dos años.
Pero como nos hemos enfrentado a experiencias que cambian la vida en los dos últimos años, creo que el servicio de hoy adquiere un significado quizá aún más profundo. En particular, en este Miércoles de Ceniza, creo que se nos recuerda que no debemos dar por sentado ningún momento de nuestras vidas.
¿Cómo podemos aprovechar al máximo este tiempo de Cuaresma?
No creo que la Cuaresma esté pensada para que hagamos un ejercicio de autodesprecio o para que averigüemos a qué podemos renunciar. Por el contrario, la veo como una llamada a recordar que tenemos la vida, nuestra vida, como un regalo – un regalo del Dios que sopló en nosotros, en el polvo de la tierra.
El Miércoles de Ceniza y el tiempo de Cuaresma nos dicen que prestemos atención al momento presente. Y a darnos cuenta de que todo puede desaparecer muy rápidamente.
En este tiempo recordamos la vida, el ministerio y la muerte de Cristo.
El Libro de Oración Común recomienda que la Cuaresma se observe “mediante el autoexamen y el arrepentimiento; mediante la oración, el ayuno y la abnegación; y mediante la lectura y la meditación de la palabra de Dios” (BCP, p. 265).
Podemos preguntarnos sobre la oración, el ayuno, la limosna y otras prácticas apropiadas para este tiempo. ¿De qué sirven? Señalan la necesidad que tenemos de poner en práctica nuestra fe.
El ayuno ha pasado de moda (y algunos de nosotros, por razones médicas, no podemos ayunar de comida), pero podemos realizar otros ayunos espirituales para reorientarnos hacia Dios.
Dedicar tiempo a la oración, quizás rezando el Padrenuestro al principio y al final de cada día. El Oficio diario nos da un ritmo regular de oración que nos han dado nuestros hermanos y hermanas judíos: el salmista escribe: “Siete veces al día te alabo por tus justas ordenanzas”. De domingo a jueves rezamos las Completas a las 20 horas. Puedes unirte a nosotros a través de Zoom o Facebook Live.
La limosna ya no es una palabra que utilicemos a menudo; en su lugar, hablamos de misión, caridad y filantropía. Todos estos términos hablan de la llamada de Dios a ser personas de amor. La Cuaresma es un tiempo especialmente apropiado para la “limosna”, el acto de donar dinero, comida u otros artículos a los pobres o necesitados, especialmente como práctica espiritual.
Cuando nos comprometemos plenamente con la Cuaresma, creo que nos mueve. No sólo nos acerca a Jesús resucitado, sino a ser fuertes y honestos en nuestra fe.
La Cuaresma es una temporada para que crezcamos en nuestra relación con Dios. Podemos hacerlo a través de la oración, la lectura de la Biblia, la ayuda a los demás y otras actividades espirituales (por ejemplo, escribir un diario, caminar, escuchar música). Cualquier cosa que te conecte con Dios es una práctica encomiable.
El Miércoles de Ceniza podemos ser conscientes de nuestros fallos y confiar plenamente en el amor, la compasión y la misericordia de Dios hacia nosotros y en la acción continua de Dios en este mundo. A partir de hoy, nos encaminamos hacia un viaje único de cuarenta días con Jesús y tenemos la oportunidad de enamorarnos más profundamente.
El Miércoles de Ceniza es una invitación sagrada. Es una invitación a participar en una renovación de la vida. Es un momento para centrarse en el don de la vida que Dios nos ha dado
Así pues, aceptemos esta amable invitación que tenemos hoy. Recordemos que, por encima de todo, tenemos esa invitación: “Os invito, pues, en nombre de la Iglesia, a la observancia de una santa Cuaresma….”
Amén.